Luz de patíbulo, Enrique Molina

No quiero morir, me digo a menudo como un imbécil descorriendo los paños agrios del amanecer sobre mi máscara de mono
sobre mi corazón sin principios
entre la avaricia de la tierra confusa y ardiente como el camarín de una loca

No quiero morir sin conocer a fondo una piedra una mano la rueda de hormigas y vino que mueve la noche la amistad de los pájaros en esas regiones baldías donde se muele la harina sin fin del calendario
con mi alma de encrucijada y de caricia girando en el viento de la frustración
excitante como el horizonte
como un sexo insatisfecho hasta los últimos óvulos de la costa que se pierde de vista

No quiero morir me digo aullando con la apuesta perdida de otro día en plena sangre
yo que insultaba a esos cargadores de inmundicias y a esos otros devoradores de migajas benditas por amor a la muerte
exijo una piel de orquídeas bajo la demencia de las estrellas
una injuria de prisionero secuestrado por las olas
esas mujeres fanáticas insomnes en sus pobres hospitales de besos entre los fuegos nocturnos

Yo hijo de labores incompletas y regiones extrañas
hijo de sementeras errantes y de matrices ansiosas
hijo de hembra fosforescente
no quiero morir bajo mi piel
bajo mi voz
para vociferar en la sombra tras esos ventanales inmensos y empañados donde apoyan la frente criaturas de murallas y de lluvia…

Enrique Molina

Foto en: Wikipedia
Foto en: Wikipedia

FUENTE

Lugones, Leopoldo  [y … otros]. La poesía argentina. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1979.

Sobre Enrique Molina ver:

Sobre la poesía, una cita de Enrique Molina

“Cómo el amor, la poesía es la persecusión de un secreto imposible. En lo más profundo del ser, alimentado por el canto del universo, lo insondable, volcánica plenitud del deseo dirige en la sombra, el sentido de un destino. Oprimidos por la cultura, las ideas recibidas y su propio terror, los hombres, generalmente, se las ingenian para ahogar esa levadura salvaje. Reducido a las cenizas de la mala conciencia y la insatisfacción, al hastío  y la resignación en el seno de las familias, el deseo no apaga nunca, sin embargo su llaga es inapelable. Incluso su virtud se extiende al mal, al vicio, a la muerte. Pero su esplendor rescata en el hombre su naturaleza abisal. Pienso que la poesía es una empresa de revelación y rescate de esos poderes. Palabra a palabra va dando la forma del deseo y, cuando rescata un destello de ese sol enterrado bajo la razón y la lógica de toda la violencia del mundo, se siente que ha cumplido su designio. La poesía es ese descenso al infierno, al vicio y al terror”.

Enrique Molina

Citado por Claudia Baumgart en el prólogo de Hotel Pájaro.

FUENTE

Molina, Enrique. Hotel Pájaro. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1981