Ya no danzan solas

Por: Alejandra Moglia

Azucena Villaflor, organizadora de las Madres de Plaza de Mayo. Fue secuestrada, desaparecida, torturada y arrojada al Río de la Plata. Sus cenizas fueron enterradas en la Plaza de Mayo, junto a la Pirámide, testigo de su lucha incansable.

El 10 de diciembre de 1983 Argentina recuperaba la democracia, y el 22 de noviembre de 2007 se constituye al 10 de diciembre como Día de la Restauración de la Democracia que coincide, además, con el Día de los Derechos Humanos. A 27 años de aquel día maravilloso aquí nos encontramos muchos, cada vez más,  cada vez más despiertos, cada vez más protagonistas de nuestra historia, más comprometidos, rindiéndoles homenaje.

Una vez más y siempre

MADRES DE LA PLAZA EL PUEBLO LAS ABRAZA.

Pintura de Francesc De Diego Fuertes

Nuevo elogio de la locura

Julio Cortázar


El primero fue escrito hace siglos por Erasmo de Roterdam. No recuerdo bien de qué se trataba, pero su título me conmovió siempre, y hoy sé por qué: la locura merece ser elogiada cuando la razón, esa razón que tanto enorgullece al Occidente, se rompe los dientes contra una realidad que no se deja ni se dejará atrapar jamás por las frías armas de la lógica, la ciencia pura y la tecnología.

De Jean Cocteau es esta profunda intuición que muchos prefieren atribuir a su supuesta frivolidad: Victor Hugo era un loco que se creía Victor Hugo. Nada más cierto: hay un ser genial –epíteto que siempre me pareció un eufemismo razonable para explicar el grado supremo de la locura, es decir, de la ruptura de todos los lazos razonables– para escribir Los trabajadores del mar y Nuestra Señora de París. Y el día en que los plumíferos y los sicarios de la junta militar argentina echaron a rodar la calificación de “Locas” para neutralizar y poner en ridículo a las Madres de Plaza de Mayo, más les hubiera valido pensar en lo que precede, suponiendo que hubieran sido capaces, cosa harto improbable. Estúpidos como corresponde a su fauna y a sus tendencias, no se dieron cuenta de que echaban a volar una inmensa bandada de palomas que habría de cubrir los cielos del mundo con su mensaje que cada día es más escuchado y más comprendido por las mujeres y los hombres libres de todos los pueblos.
Como no tengo nada de politólogo y mucho de poeta, veo el discurso de la historia como los calígrafos japoneses sus dibujos: hay una hoja de papel, que es el espacio y también el tiempo, hay un pincel que una mano deja correr brevemente para trazar signos que se enlazan, juegan consigo mismo, buscan su propia armonía y se interrumpen en el punto exacto en que ellos mismos determinan. Sé muy bien que hay una dialéctica de la historia (no sería socialista si no lo creyera), pero también sé que esa dialéctica de las sociedades humanas no es un frío producto lógico como lo quisieran tantos teóricos de la historia y la política. Lo irracional, lo inesperado, la bandada de palomas, las Madres de la Plaza de Mayo, irrumpen en cualquier momento para desbaratar y trastocar los cálculos más científicos de nuestras escuelas de guerra y de seguridad nacional. Por eso no tengo miedo de sumarme a los locos cuando digo que, de una manera que hará crujir los dientes de muchos bien pensantes, la sucesión del general Viola por el general Galtieri es hoy obra evidente y triunfo significativo de ese montón de madres y de abuelas que desde hace tiempo se obstinan en visitar la Plaza de Mayo por razones que nada tienen que ver con sus bellezas edilicias o la majestad más bien cenicienta de su celebrada Pirámide.
En los últimos meses, la actitud más definida de una parte del pueblo argentino se ha apoyado consciente o inconscientemente en la demencial obstinación de un puñado de mujeres que reclaman explicaciones por la desaparición de sus seres queridos. La vergüenza es una fuerza que puede disimularse mucho tiempo, pero que al final estalla de las maneras más inesperadas, y ese factor no ha sido tenido jamás en cuenta por la soberbia de los militares en el poder. Que bajo la férula menos violenta de Viola esa explosión haya asumido la magnitud de una manifestación de miles y miles de argentinos en las calles céntricas de Buenos Aires, y una serie creciente de declaraciones, denuncias y peticiones en los periódicos, es una prueba de debilidad castrense que la estirpe de losGaltieri y otros halcones no podían tolerar. Ellos, por supuesto, no lo saben de manera demasiado lúcida, pero la lógica de la locura no es menos implacable que la que se estudia en el colegio militar: el corolario del teorema es que el general Galtieri debería estar reconocido a las Madres de la Plaza de Mayo, pues es sobre todo gracias a ellas que ha podido dar el zarpazo que acaba de encaramarlo en el sillón de los mandamás.
Por su parte, las madres y las abuelas que sin saberlo han facilitado su entronización, no tienen la menor idea de lo que han hecho. Muy al contrario, pues en el plano de la realidad inmediata esa sustitución de jefatura significa una profunda agravación del panorama político y social de la Argentina. Pero esa agravación es al mismo tiempo la prueba de que la copa está cada vez más colmada, y que el proceso llega a su punto de máxima tensión. Es entonces que la respuesta de esa parte de nuestro pueblo capaz de seguir teniendo vergüenza deberá entrar en acción por todas las vías posibles, y que las fuerzas del interior y del exterior del país tendrán que responder a algo que las está invitando a salir de una etapa harto explicable pero que no puede continuar sin darle la razón a quienes pretenden tenerla.
Sigamos siendo locos, madres y abuelitas de Plaza de Mayo, gentes de pluma y de palabra, exiliados de dentro y de fuera. Sigamos siendo locos, argentinos: no hay otra manera de acabar con esa razón que vocifera sus slogans de orden, disciplina y patriotismo. Sigamos lanzando las palomas de la verdadera patria a los cielos de nuestra tierra y de todo el mundo.

Se lavaron sus heridas en el mar

José Saramago


Se lavaron sus heridas en el agua del mar y ahora están sentados en la arena mientras los centinelas vigilan desde lo alto de las dunas.

Es éste el precio de la paz cuando el amanecer se acerca y el miedo de morir es ese más humano de no vivir bastante.

La penumbra que aún esconde las aguas huele a algas pisadas y a agallas y tiene el poder inesperado de hacer hinchar los músculos pobres.

Si apartásemos el casi inaudible batir de la ola podríamos decir que el silencio cierra todo el horizonte y enseguida es absoluto cuando el primer arco del
sol comienza a alzarse.

El mundo durante el minuto siguiente va a quedar rojo cereza y los hombres y las mujeres parecen flotar en el interior de un horno y son inmortales.

Distante creeríamos el año de 1993 y sin embargo aún es su tiempo.

Pero sueltas dispersas esperanzas sobreviven a los muertos interminables y a la sangre tanto que el sol encuentra en la playa una tribu que reposa entre dos
batallas.

Y no ya como tantas veces antes un rebaño de carneros fugitivos con llagas de vergüenza en el lugar de los cuernos arrancados.

Oh, elocuentemente diríamos, oh, si no fuera preferible que recorriéramos la playa manchada de sangre diciendo algunas y discretas palabras en voz baja
amigos míos.

Tanto más que desde el lado del mar se acerca volando el primer bando de gaviotas que desde hace mucho tiempo se ve en esta tierra ocupada.

Señal de que tal vez nos reconozca finalmente la vida y de que no todo se ha perdido en las humillaciones que consentimos algunas veces cómplices.

Están ahora sobre nosotros las gaviotas mirándonos desde lo alto y suspenden un poco sus cabezas para contemplarnos mejor y decidir quienes somos.

Entre tanto el sol ha salido completo de la madrugada mientras malheridos nos erguimos y los centinelas gritan porque el enemigo se acerca.

Ellas danzan solas

Abuelas de Plaza de Mayo. Disponible en: http://www.abuelas.org.ar/

Asociación Madres de Plaza de Mayo. Disponible en: http://www.madres.org/navegar/nav.php

Canal de homenajederhumanos. Disponible en: http://www.youtube.com/user/homenajederhumanos

Cortázar, Julio. Nuevo elogio de la locura. En: Página/12. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/2001/suple/Madres/01-10/01-10-19/index.htm

Saramago, José. Se lavaron sus heridas en el mar. En: Palabra Virtual. Disponible en: http://www.palabravirtual.com

Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Disponible en: http://www.madres.org/navegar/nav.php?idsitio=2&idindex=29&idcat=

José Saramago

“…No se olvida el poema, no se aplaza,

Si el cuerpo de la palabra es moldeado

Con firmeza, con ritmo y conciencia.”

José Saramago. Arte poética, en: Poemas posibles

Hoy 18 de junio  ha fallecido José Saramago a los 87 años de edad. El mundo se despide no sólo de un escritor inigualable, ganador del Nobel de Literatura en 1998. sino de un gran defensor de la humanidad, quien con su mirada inteligente, lúcida, sensible participó activamente en la defensa de los derechos humanos.

Saramago tiene una obra vasta y sus opiniones y artículos sobre las problemáticas que aquejan a la sociedad se han publicado en diversos medios. Cada una de sus opiniones tiene un valor fundamental para entender el mundo en que vivimos.

Sin papeles*

Por: José Saramago

La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente, en ser, y el ser no puede ser negado. Presentar un papel que diga cómo nos llamamos y dónde y cuándo nacimos, es tanto una obligación legal como una necesidad social. Nadie, verdaderamente, puede decir quién es, pero todos tenemos derecho de poder decir quiénes somos para los otros. Para eso sirven los papeles de identidad.
Negarle a alguien el derecho de ser reconocido socialmente es lo mismo que retirarlo de la sociedad humana. Tener un papel para mostrar cuando nos pregunten quiénes somos es el menor de los derechos humanos (porque la identidad social es un derecho primario) aunque es también el más importante (porque las leyes exigen que de ese papel dependa la inserción del individuo en la sociedad).

La ley está para servir y no para ser servida. Si alguien pide que su identidad sea reconocida documentalmente, la ley no puede hacer otra cosa que no sea registrar ese hecho y ratificarlo.
La ley abusará de su poder siempre que se comporte como si la persona que tiene delante no existe. Negar un documento es, de alguna forma, negar el derecho a la vida. Ningún ser humano es humanamente ilegal, y si, aún así, hay muchos que de hecho lo son y legalmente deberían serlo, ésos son los que explotan, los que se sirven de sus semejantes para crecer en poder y riqueza. Para los otros, para las víctimas de las persecuciones políticas o religiosas, para los acorralados por el hambre y la miseria, para quien todo le ha sido negado, negarles un papel que les identifique será la última de las humillaciones.

Ya hay demasiada humillación en el mundo, contra ella y a favor de la dignidad, papeles para todos, que ningún hombre o mujer sea excluido de la comunidad humana.

*Texto aparecido el 4 de Diciembre de 1998 en el diario El Mundo y levantado por la página Web no oficial José Saramago.

Más información en:

Alfaguara. Disponible en: http://www.alfaguara.com.ar/autor.asp?idautor=96

Diario El Mundo. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/18/cultura/1276864253.html

Diario El País. Disponible en: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Fallece/87/anos/Jose/Saramago/elpepucul/20100618elpepucul_6/Tes

Diario Página/12. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-147864-2010-06-18.html

José Saramago. Disponible en: http://www.josesaramago.org/

José Saramago (Página no oficial). Disponible en: http://saramago.iespana.es/saramago/