La última noche que Gelman regaló su poesía en Buenos Aires – Télam

«Los libros se suelen escribir solos» dijo Juan Gelman el pasado 26 de agosto de 2013 en la Biblioteca Nacional para luego entregarse por completo a la lectura de una decena de textos que seleccionó de su último libro Hoy, junto a los escritores Jorge Boccanera y Daniel Freidemberg y el director de la Biblioteca, Horacio González».

De: Télam

A 40 años de la muerte de Alejandra Pizarnik “mejor hagamos un mundo para que Alejandra se quede”

Foto: Alejandra, por Sara Facio

25/09/1972 – 25/09/2012

A 40 años de la muerte de Alejandra Pizarnik

Mejor hagamos un mundo para que Alejandra se quede

PROPOSICIONES

¿adónde fue la obrera enamorada? 
¿fue al aire la obrera enamorada? 
la obrera de la palabra murió 
¿por qué caminito se fue?

¿se fue por el camino que los días oscuros tejen 
como hormigas desesperadas iguales? 
¿como vaivén de pases ciegos en un cuarto? 
¿tendría la obrera poca luz?

¿y quién le quito la luz a la obrera la constante? 
¿quién le fue apagando uno a uno los rostros 
de la palabra enterrándolos muertos? 
¿quién le cegó la luz de la palabra?

¿la obrera se fue porque ya no podía trabajar? 
¿el aire estaba sordo mudo roto y ella 
apenas tenía su confianza en la palabra confianza? 
yo digo: mejor no llorar

mejor hacer otro mundo
yo digo: mejor hacer otro mundo 
mejor hagamos un mundo para Alejandra 
mejor hagamos un mundo para que Alejandra se quede

oh eternidades débiles perdidas para siempre 
y vacas tristes entre la duda y la verdad 
y sedas y delicias de la sombra 
mejor hagamos un mundo para que Alejandra se quede

Juan Gelman
DE: Relaciones, 1973

VIDEO
Imagen: detalle de una foto de Pizarnik, por Sara Facio
Música: Tristesse, Chopin
Voz y realización: Alejandra Moglia

MI BLOG DEDICADO A ALEJANDRA PIZARNIK«Hablo de mí»

Yo no tengo patria, Ramón García Mateos. Voz: María García Esperón

A Chicho Sánchez Ferlosio.
Escuchando a Jorge Drexler.

Yo no tengo patria. Habito en la casa común de las palabras. Errante y nómada. Pude nacer berebere en el desierto, con aroma de té verde y jazmín entre las manos, albahaca y cilantro en la memoria. Vagabundo por las dunas de alheña de tu cuerpo. Desterrado del tiempo de los héroes. Nómada y errante. Entré en España en los albores del siglo XV, acunado por los cantos ondulantes de viejas egipcianas: anduve los caminos, azotaron mi cuerpo, grabaron con fuego mi conciencia, cortaron finalmente mis orejas. Errante y nómada. Salí de mi casa, con patio y con aljibe, y me llevé una llave que guardaba la sombra del recuerdo: Sefarad con luz de limoneros y una estrella de David sobre mi puerta, señal de sangre y augurio de la muerte. Como en Berlín, como en Varsovia. Errante. Nómada. Crucé allende los mares en la bodega de un barco caribeño, con la quimera del pobre de encontrar El Dorado en las Américas, hasta un bohío muy cerca de Cienfuegos: azúcar, ron de caña, hambre, mucha hambre, y un augurio de sueño y rebeldía. Nómada. Errante. Y regresé de nuevo, salí de la Argentina, de Chile, de Uruguay… huyendo de la necesidad y los tiranos, susurrando una vieja tonada en prolongados insomnios de sangre y de terror, retornando en la noche, allí, a la ESMA, hierro en mi carne, hijos de puta, cuánto dolor y cuánto miedo, de regreso otra vez. Errante y nómada. Me llamaron sudaca, charnego, indio, maqueto y, hasta un día, con tono despectivo, me gritaron al rostro: castellano. Trabajé de peón y jornalero por un pobre salario de emigrante. De sombra a sombra. Nómada y errante. Hago mía su canción, con aires de milonga melancólica:

Perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera,
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste.
Yo soy un moro judío
que vive con los cristianos,
no sé qué Dios es el mío
ni cuáles son mis hermanos.

Errante y nómada. Habito en la casa común de las palabras. Yo no tengo patria.

(c) Ramón García Mateos
«Daguerrotipos moderadamente apócrifos»
Premio Iberoamericano de Poesía Juegos Florales de Tegucigalpa

Azúcar del Estero, Lisandro Aristimuño

No sos tan gris,
es que todo se volvió gris,
cerraron la puerta del sendero,
perdieron la gracia del cartero.

Antes eras una flor,
pintabas el cielo de amor,
ahora que no tenés mas vuelo,
quedaste tan sola, ¿te vencieron?

Una nube va sin fin
trepando por el verde jardín,
dejá que te envuelva el pensamiento,
volvé a besar tus sentimientos.

In the night just follow me,
just follow me,
just follow me.
In the night give me your soul,
I keep it warm
beneath my feet.

No te dejes más vencer,
al alma hay que darle de comer,
un poco de azúcar del estero,
un poco de risa y caramelos.

In the night just follow me,
just fall in love,
just fall in love…

Lisandro Aristimuño

De su álbum Las crónicas del viento – CD1, 2009

VER: CMTV

La muerte y la soledad, Rubén Vela

Ella me alimentaba con pequeñas patitas de mujer enclavadas en la aguja de su sed inmensa. Entonces, mientras yo me entretenía en los cándidos placeres, ella creaba en torno de mi ser un silencio de alambras, una gran jaula donde quedaba aprisionado.

Ella extendía sus manos hacia cada verdad y exclamaba: la soledad es la única muerte considerable.

Y qué decir de la mutabilidad de sus estaciones, fuego para el invierno, cristales para el verano, asombro para los mundos.

Ella exploraba los mapas, adiestraba las tortuguitas  domésticas.

Mi soledad era el crecimiento inmóvil de las plantas.

Rubén Vela

(1956)

En: Maneras de luchar, 1981

Maneras de luchar, Antología personal Fundación Argentina para la Poesía, Buenos Aires, 1981.

También en:

Bayley, E. y […otros]. La poesía del cincuenta. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1981

Vela x Todos: espectáculo poético-musical, en homenaje al poeta Rubén Vela. El grupo teatral Dale q’ Va (Elián Abatemarco, Matías Carballo, Roberto Saiz)

Julio Cortázar: algunos textos en su voz

Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias. Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción. Fue, tal vez sin proponérselo, el argentino que se hizo querer de todo el mundo. Sin embargo, me atrevo a pensar que si los muertos se mueren, Cortázar debe estar muriéndose otra vez de vergüenza por la consternación mundial que ha causado su muerte. Nadie le temía más que él, ni en la vida real ni en los libros, a los honores póstumos y a los fastos funerarios. Más aún: siempre pensé que la muerte misma le parecía indecente. En alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse. Por eso, porque lo conocí y lo quise tanto, me resisto a participar en los lamentos y elogías por Julio Cortázar. Prefiero seguir pensando en él como sin duda él lo quería, con el júbilo inmenso de que haya existido, con la alegría entrañable de haberlo conocido, y la gratitud de que nos haya dejado para el mundo una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo.


Gabriel García Márquez*

Fragmento de «El argentino que se hizo querer de todos».

Extraído de “Manual de Cronopios” (Francisco J. Uriz) – Ediciones de la Torre ©1992

FUENTESololiteratura.com

Escrito con un nictógrafo, Arturo Carrera

El escriba ha desaparecido
Señaló el sitio vacío
donde los muertos se divierten
La noche penetrando
y el glande inflado de tinta, penetrando
hacen el mismo ruido
que la muerte penetrando
Asisto a su duración en lo instantáneo
SILENCIO DESORBITADO
su fiesta en lo opaco, en lo pleno, en lo plano
la atención lleva un blanco en la frente
lleva una capa de lirones
despiertos
es la época en que la muerte entra muda
Mudo mi cuerpo
Yo me impongo en tu muerte
Yo me guarezco tu muda
tiempo de atenuación
tiempo de purificación
tiempo de lluvias constantes
lo insensible vibra
lo insensible soporta la noche
brota flores en mitad de la noche
en mitad de la página
sobre la panza de la muerte
la orfandad lleva un blanco en la frente
E L P O E M A S E A B R E
esa es tu fuerza
la orfandad es fascinada comandada
Subida a la barca invadida y hundida de muertos
Yo en la prosa de tu libro
En el barco de los muertos
Entre volúmenes huecos mi cuerpo grafía
a otro páramo
descargando letras huesos huecos
El poema se abre
Esa es tu fuerza
El poema toma contacto
Se desliza con brazos extendidos
por las dos orillas
esa es tu fuerza
Me hablabas de una trampa del lenguaje
el poema se abre
SALTAN TUS MUERTOS
C L O W N S
D A N Z A S
interferencia de danzas
palimpsesto de danzas
en lo oscuro
la oscuridad polarizada
Y danzas
Como las danzas de las abejas
invariables
te atraen con sus movimientos mociosos
para extenuar un lugar
para desocultar otro lugar
para fingir invadir para informar
DANZAS
vos estás dictás dilectismos
espacios acopiados sismos
estos muertos son míos
(señalando las palabras)
estos muertos son míos.
Arturo Carrera
En 1972, Arturo Carrera presentó Escrito con un nictógrafo en el Centro de Arte y Comunicación de Buenos Aires. Alejandra Pizarnik hizo la lectura del poema desde la oscuridad.
En el año 1972, Escrito con un nictógrafo se presenta en el Centro de Arte y Comunicación de Buenos Aires. Allí está el que fue y será uno de los mejores lectores de poesía en Argentina, Enrique Pezzoni. Allí está el poeta, Arturo Carrera, y allí aparece desde la oscuridad esta voz que hoy escuchamos, la de Pizarnik. Otra vez, como desdoblamiento, lo que brilla sobre lo negro.Cuando oímos la grabación volvemos, de alguna manera, al momento inaugural. Se trata del poder evocador de una voz que es altamente dramática y a la vez histórica, como puesta en escena del texto de Carrera que esta edición completa con la foto de solapa, tomada en realidad unos días después de la presentación del libro: los dos poetas en un cuadro teatral, el de la unión provocativa de lo extraño, de lo diferente (ambos, Carrera y Pizarnik parecen figuras de sus propios poemas, faunos, hadas, niñas perdidas). Así, imagen y modulación recuperan, ciertamente, un aura. [Seguir leyendo en el blog de Patricia Venti «Alejandra Pizarnik: pública y secreta»]

Escrito con un nictógrafo es la reedición facsimilar del primer libro de poemas de Arturo Carrera publicado por Sudamericana en 1972. El libro viene con un CD con fragmentos del poema leídos por Alejandra Pizarnik.

FUENTES

Interzona Editora

La voz de Pizarnik. En: Alejandra Pizarnik. Pública y secreta. Blog de Patricia Venti

VER ADEMÁS

Arturo Carrera. En: Audiovideoteca de la ciudad de Buenos Aires

Arturo Carrera para Agencia EFE

Franz Kafka, de William Ospina

Padre, le digo, dame tres granos de cebada para despertar al
durmiente.
Pero mi padre no responde:
es un enorme jinete de bronce, alto sobre colinas y sinagogas.
Madre, le digo, aparta tanta niebla,
muéstrame un rostro dulce, del que broten palabras ingenuas.
Pero ella se ha perdido por los callejones de piedra
y sólo encuentro en el espejo sus ojos inmensos.
Abuelo, digo entonces, ya no luches más con el ángel,
ven a contarme historias junto al fuego, mientras se hiela el Elba.
Pero el viejo me mira con ojos ausentes, y comprendo
que no es éste mi abuelo sino un viejo gitano que quiere venderme
un recuerdo.
Hermana, bella hermana, le digo,
toma mi mano que está oscuro en esta casa inmensa.
Pero a mi lado pasa una condesa polaca monumental y arrogante
y se escucha un violín, y se cierra una puerta.
Hermano, digo, qué bello cabalgas sobre el potro de madera y
de laca,
¿hacia dónde nos llevan estas tardes inciertas?
Pero él es sólo una imagen, una gris fotografía en mis manos,
y a lo lejos, atroces, los cañones resuenan.
Goethe, le digo, cántame una canción romana,
haz que yo sienta en mi corazón esta antigua tristeza.
Pero la tumba calla y sobre ella vuelan grises palomas
y no puedo abrir este libro porque sus páginas son de ceniza.
Milena, digo luego, tal vez tú puedas finalmente salvarme,
dime que soy de carne y de sangre, que esto que me atenaza es un deseo
Pero ella se afantasma entre miles de seres escuálidos
y apenas si percibo dos llamas que se apagan muy lejos.

¿Entonces es delirio todo esto? ¿A quién puedo llamar que me
salve?
Su reino es de este mundo. Todos están aceptados y absueltos.
Son demasiado humanos, son demasiado justos,
y yo no logro hablarles con mi estruendo de élitros.
y no aprendí a cruzar las puertas,
y no sé defenderme.

Si ves dos grises ojos de gato en la gótica noche de Praga
comprenderás que temo morir si me duermo.
Si oyes una canción en la gótica noche de Praga
comprenderás que intento saber dónde me encuentro.
Si oyes un corazón en la gótica noche de Praga
comprenderás quién sostiene todo este sueño.

William Ospina

Visto en: Voz y Mirada