Ella, Juan L. Ortiz

Ella anuda hilos entre los hombres
y lleva de aquí para allá la mariposa profunda
ala del paisaje y del alma de un país, con su polen…

Ella hace sensible el clima de los días, con su color y su perfume…
a su pesar, muchas veces, como bajo un destino.
Testimonio involuntario, ella,
de un cierto estado de espíritu, de un cierto estado de las cosas,
en que la circunstancia da su hálito…

Pero se dirige siempre a un testigo invisible, 
jugando naturalmente con la tierra y el ángel, 
el infinito a su lado y el presente en el confín…

Más es el don absoluto, y la ternura, 
ella que es también el término supremo y la última esencia 
con las melodías de los sentidos y los símbolos y las visiones
y los latidos
para el encuentro en los abismos… Mas tiene cargo de almas, 
y es la comunicación,
el traspasado ser, «como se da una flor», en el nivel de los niños,
más allá de sí misma, en el olvido puro de ella misma…

Y no busca nunca, no, ella…
espera, espera, toda desnuda, con la lámpara en la mano, 
en el centro mismo de la noche

Juan L. Ortiz

Imagen en: Dirección de Cultura de la Ciudad de Gualeguay

Las obras de Juan L. Ortiz fueron quemadas por la dictadura militar argentina.

En 1996 la Universidad del Litoral edita su obra completa bajo el título Obra completa. Poesía de Juan L. Ortiz.

VER:

Bibliografía de Juan L. Ortiz. En: Audiovideoteca de Buenos Aires

Ella y otros poemas. En: Letrópolis

Juan L. Ortiz

Dos poemas de Juan L. Ortiz, uno de los exponentes más grandes de la poesía argentina

«(…)  En Juan L. Ortiz la belleza será la que triunfará a pesar de la circunstancia, porque está nombrada en su discurso como más allá de la circunstancia y lo que es mejor, como su mismísimo sedimento (…)».

Luis Benítez


No no es posible

No, no es posible.
Hermanos nuestros tiritan aquí, cerca, bajo la lluvia.

¡Fuera la delicia del fuego, con Proust entre las manos,
y el paisaje alejado como una melodía
bajo la llovizna
en el atardecer perdido del campo!

Fuera, fuera, Brahms flotando sobre los campos!

No, la muerte mágica de la música,
ni la turbadora sutileza,
mientras bajo la lluvia
hombres sin techo y sin pan
parados en los campos,
vacilan al entrar a la noche mojada!


Yo adoro…

Yo adoro una mujer de aire.
La sentíamos bastante como el aire,
brillante o secreta esencia, ah, de lo que nos tocaba;
alma del tiempo, sí, más allá de las formas,
sin forma siempre como el aire?

Cuando la mujer de aire se va,
no, no me digáis que las flores son flores y que la luz es luz,
que la colina sube hacia la nubes y que la tarde baja hasta las aguas
y que el anochecer viene de espejos por las lejanas islas, por las islas…
Ni menos me digáis, oh, no me digáis, que la luna de julio se ha entibiado entre las ramas…

No, no me digáis nada, que cuando la mujer de aire se va
el aire, el aire?, es una asfixia oscura,
y hay manos, muchas manos, tendidas hacia nosotros desde otras sombras como raíces invertidas…

Pero verdad que la mujer de aire siempre vuelve?
—Siempre regresa, sí, pero no basta adorarla porque ella es la libertad.

Fuentes

Benítez, Luis. Juan L. Ortiz : El Contra-Rimbaud. En: Analecta Literaria. Disponible en: http://actaliteraria.blogspot.com/2008/10/juan-l-ortz.html

En: Letrópolis. Disponible en:http://www.letropolis.com.ar/2007/06/ortiz.poemas.htm


Más información sobre el poeta y su obra en:

Juan L. Ortiz. En: La memoria y el sol. Disponible en:http://lamemoriayelsol.wordpress.com/2010/09/01/juan-l-ortiz/