Violeta Parra, flor chilena

Hace 94 años, el 4 de octubre de 1917, nacía en San Carlos, Chile, Violeta Parra. Hija de un profesor de música y una campesina cantora que tocaba la guitarra, se inició desde muy niña en estas artes.

Pasó su infancia en el campo junto a su familia y a los doce años compuso sus primeras canciones.

Se formó en la Escuela Normal de Santiago a la vez que su carrera musical continuaba en ascenso, componiendo música y actuando en bares, quintas, circos y salas de barrio.

Hacia 1952, por iniciativa de su hermano Nicanor Parra comenzó a recorrer distintos lugares rurales de Chile con el objetivo de recopilar su música folklórica. De esta forma Violeta profundizó y rescató la poesía y el canto popular de su tierra, elaborando una síntesis cultural chilena que permanecía hasta ese momento escondida.

Su cancionero es extensísimo y abarca coplas, tonadas, huaynos, sirillas, lamentos, refalosas, vals, cuecas, polcas.

Creo que las canciones más lindas, las más maduras (perdónenme que les diga canciones lindas habiéndolas hecho yo, pero qué quieren que les diga, soy huasa y digo las cosas sencillamente, como las siento) las canciones más enteras que he compuesto son: Gracias a la vida, Volver a los diecisiete, y Run run se fue p´ al norte. Violeta Parra. En: Violeta Parra. Décimas, canciones y cartas. Archivo Chile.

Su enorme talento y arte no quedaron sólo en la música. Violeta se destacó además como pintora, escultora, bordadora y ceramista.

A partir de 1954 hizo giras recorriendo distintos países, contactándose con artistas e intelectuales europeos, grabando discos, organizando recitales, exponiendo su obra artística tanto en Chile como en otras ciudades del mundo.

En 1964 expuso sus arpilleras y óleos en el Pabellón de Marsan, del Museo del Louvre convirtiéndose en la primera artista latinoamericana que exhibió en ese espacio individualmente.

Al respecto cuenta Alejandro Jodorowsky en una parte del prólogo del libro El maestro y las magas, editado por Sudamericana:

El Louvre es un cementerio y nosotros estamos vivos. La vida es más poderosa que la muerte. A mí, que soy tan pequeña, ese enorme edificio no me asusta. Te prometo que pronto verás ahí dentro una exposición de mis obras…

No supe si considerarla loca o aquejada de ingenua vanidad. La conocía como cantante, no como artista plástica.

Violeta contaba con muy poco dinero. Compró alambre, arpillera barata, lanas de colores, greda, algunos tubos de pintura. Y con esos humildes materiales creó tapices, cántaros, pequeñas esculturas, óleos. Eran sus propias obras, y al mismo tiempo, la expresión de un folklore chileno desaparecido en la realidad, pero atesorado en las profundidades del inconciente de mi amiga.

¡En abril de 1964, Violeta Parra inauguró su gran exposición en el Museo de Artes Decorativas, Pabellón Marsan, del Palacio del Louvre!

EN: Jodorowsky, Alejandro. La maga Violeta Parra, febrero de 2007. Archivo Chile.

En 1965 filmó un documental en Suiza sobre su obra y al regresar Chile levantó una carpa en donde hacía presentaciones musicales con sus hijos.

Para esa época Violeta había expresado:

Yo creo que todo artista debe aspirar a tener como meta el fundirse, el fundir su trabajo en el contacto directo con el público. Estoy muy contenta de haber llegado a un punto de mi trabajo en que ya no quiero ni siquiera hacer tapicería ni pintura, ni poesía, así, suelta. Me conformo con mantener la carpa y trabajar esta vez con elementos vivos, con el público cerquita de mí, al cual yo puedo sentir, tocar, hablar e incorporar a mi alma. Violeta Parra. En: Violeta Parra: décimas, canciones y cartas. Archivo Chile.

Sobre su decisión de vivir en esa carpa, Isabel Parra señaló lo siguiente:

Decía la Viola que su decisión de vivir en la carpa era un rechazo absoluto a lo convencional. Un reencuentro con la tierra. No quería saber nada de “alfombras ni de casas de brillante piso. En: Violeta Parra: décimas, canciones y cartas. Archivo Chile.

Por circunstancias que al día de hoy siguen generando diversas explicaciones el 5 de febrero de 1967 Violeta decidió quitarse la vida en esa misma carpa.

Ya no le cabían en la cabeza
los pájaros azules.
Así fue que un mediodía
de extraña luminosidad
les abrió un trágico orificio
de escapada
y los pájaros azules se fueron.
Pero le llevaron la vida.

Atahualpa Yupanqui
Febrero de 1967, Panamá

Su vida y su obra,  toda ella estuvo marcada a fuego por el amor intenso y es por ello que su canto vibra en tonos de inmensa ternura, intensidad, profundidad, lamento  y melancolía. Su voz abraza y se une al llanto del perseguido, el olvidado, el abandonado y se hace grito de resistencia en el pueblo. La voz de Violeta, su poesía es una fuerza arrolladora libertaria. 

Violeta Parra despertó y reveló para Chile y el mundo los sonidos y las tradiciones más profundas de su tierra y de su pueblo. Su obra sigue despertando conciencias. En estos tiempos en que muchos países de América Latina han decidido recuperar la memoria que incluye la voz de todos los históricamente olvidados, se levantan desde Chile los sonidos de esa tierra de cordillera y mar, de puna y glaciar, y sus voces que piden por la equidad, por el acceso a la cultura y educación pública para todo el pueblo. Ahí, en ese reclamo que es grito, dignidad y resistencia, Violeta nos vuelve a cantar:

Que vivan los estudiantes
que rugen como los vientos
cuando les meten al oído
sotanas o regimientos,
pajarillos libertarios
igual que los elementos.

Y Violeta nos canta y vuelve a bordar la historia, a modelar el precioso barro del que renacen la vida y los pueblos. ◘ Alejandra Moglia

FUENTES