Sirena, Mario Benedetti

Tengo la convicción de que no existes 
y sin embargo te oigo cada noche 

te invento a veces con mi vanidad 
o mi desolación o mi modorra 

del infinito mar viene su asombro 
lo escucho como un salmo y pese a todo 

tan convencido estoy de que no existes 
que te aguardo en mi sueño para luego. 

Mario Benedetti

FUENTE

Sololiteratura.com 

Torturador y espejo, de Mario Benedetti

Mirate 
así 
qué cangrejo monstruoso atenazó tu infancia 
qué paliza paterna te generó cobarde 
qué tristes sumisiones te hicieron despiadado 

no escapes a tus ojos 
mirate 
así 

dónde están las walkirias que no pudiste 
la primera marmita de tus sañas 

te metiste en crueldades de once varas 
y ahora el odio te sigue como un buitre 

no escapes a tus ojos 
mirate 
así 

aunque nadie te mate 
sos cadáver 

aunque nadie te pudra 
estás podrido 

dios te ampare 
o mejor 
dios te reviente.

Mario Benedetti

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Mario Benedetti, en Sololiteratura.com

Elegir mi paisaje, Mario Benedetti

Si pudiera elegir mi paisaje 
de cosas memorables, mi paisaje 
de otoño desolado, 
elegiría, robaría esta calle 
que es anterior a mí y a todos. 
Ella devuelve mi mirada inservible, 
la de hace apenas quince o veinte años 
cuando la casa verde envenenaba el cielo. 
Por eso es cruel dejarla recién atardecida 
con tantos balcones como nidos a solas 
y tantos pasos como nunca esperados. 
Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos, 
los espías aleves de la soledad, 
las piernas de mujer que arrastran a mis ojos 
lejos de la ecuación dedos incógnitas.

Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte, 
hojas secas, bocinas y nombres desolados, 
nubes que van creciendo en mi ventana 
mientras la humedad trae lamentos y moscas.

Sin embargo existe también el pasado 
con sus súbitas rosas y modestos escándalos 
con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera 
y su insignificante comezón de recuerdos.

Ah si pudiera elegir mi paisaje 
elegiría, robaría esta calle, 
esta calle recién atardecida 
en la que encarnizadamente revivo 
y de la que sé con estricta nostalgia 
 el número y el nombre de sus setenta árboles. 

Mario Benedetti

De: Solo mientras tanto, 1950

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