Poesía de Carlos Ordenes Pincheira

«Un ángel emerge de la hojarasca»

Por: Alejandra Moglia

La poesía se manifiesta de tantas formas y tantas voces pero siempre es palabra que viene a despertarnos. Y la palabra es, a veces, un grito de ternura, un llanto por pocos escuchado, un clamor irrefrenable al rescate de nosotros y de nuestro terruño.

A aquellos que fueron expulsados de su tierra, a quienes le robaron la historia y la esperanza, a quienes no encuentran claramente el camino, a quienes se sienten desterrados por infinitas causas, a los olvidados. A quienes nos sentimos tan lejos de una sociedad que aplasta al ser humano, a todos nosotros va dirigida la palabra del poeta Carlos Ordenes Pincheira, una palabra profunda, clara y bella que arriba lentamente a nuestra alma para instalarse para siempre.

Es una poesía que no deja indiferente a quien la lee. Es leerla y encontrarnos allí en su palabra dolorosa, diáfana y tierna  que habla de la vida, del amor  y de la tierra, y que es completamente universal y esencialmente latinoamericana.

Frente a otro mar


Una niña transparente trae heladas espinas marineras.
Aunque procuro darte mi calor
se que te mueres de frío en las noches.
No puedes entrar al sueño
porque aún estás lloviendo en tu alma…

Te llevo entre mis brazos
por esta costra llamada existencia
bajo verdes amistades mientras tu cara se llena de rocío.
Hasta las latas vacías son capaces de atrapar la luna
(llevo en mis oídos
el clamor angustioso del mar:
aunque devore distancias y luceros
persiste resonando en la oscuridad de los cuartos).

Has pasado por enlodados pasajes,
tus cantos cuelgan como harapos, han puesto en tus huesos
un río doloroso enrojecido…

No seguirás
derramando por los ojos esas calles donde fuiste abandonado y
aunque es claro que no debiste nacer,
no puedes cambiar los entornos de una vida al amparo de la miseria,
sola quedó atrás con sus esqueletos al sol…

Miro casas iluminadas;
tú quisieras entrar en ellas, coger ternura y amor que te imaginas allí;
sólo te digo que nada es verdad:
no hay adentro ni afuera
una madre con surtidor de caricias…
No busques comprensión,
minuteros comienzan a morir frente al portón de los misterios…

Alguien se come los árboles bajo la niebla. Extraño miedo
se apodera de mis raíces.
¡Ah, mi pobre pequeño,
helado por ausencias y panes moribundos…! No comiences
a mojar mi pecho:
ácido llanto inundará nuestra pocilga…
Se acabó el tiempo para las lágrimas, desde tu primera soledad
nadie vino a poner entre tus manos un amanecer,
largas eran las horas,
días y noches giraban entre espantos y hambres increíbles…

Ya no puedes correr tras aquella silueta
porque eres un niño adentro de un cuerpo viejo… No debes llorar,
tus primeras lunas
se rompieron en miles de fragmentos y Ana,
la primera,
sólo es un poco de polvo en los brazos del viento…

También la vendedora de vinos,
amada con la energía de tus diez años,
tal vez se haya convertido en un rayito de sol
a la orilla de un mar desconocido y de aguas cenicientas…

Aún vive Ruth Montt en tu pecho, estudiante
de trece años, hermosa
como la locura de atrapar las estrellas en una gota de rocío.
Quince estiércoles humanos le mostraron una miseria firmamental
entre sollozos y dolor.
En tus oídos (hoy) su llanto.

Y después María Gabriela desaparecida tras la niebla…
Tú no tienes culpa de haber nacido en reino de corrompidas sombras.
No debes sufrir por la patria que no tenemos.

Porque no eres verde, azul, rojo, amarillo o negro,
cocineros del arte
te cierran las puertas… ¡Déjalos con sus triunfos momentáneos…!
Son víboras intrascendentes y
aunque venenosas,
no permanecerán siempre en las alturas que se han creado…

Frente a otro mar,
es ir y venir de gaviotas de cristal,
llegarán encorvados por sus miserias aquellos que atacaron
nuestros anhelos. Sus cenizas
serán amargas cuando se enfrenten al gran silencio.

No te sigas mojando en la lluvia de esos años
ni te espante la maldad actual.
Caminemos tranquilos diáfanos hacia la muerte.
Será dulce como la madre que soñaste en tu peregrinar…
No temas.
Pronto terminarán tus sufrimientos.

Mira:
un perro vomita luceros sobre el asfalto.
Sería hermoso oír un canto de gallos entre los muros de la muerta ciudad…

Luces famélicas alumbran las calles.
Y una agonía de siglos comienza a morir…

(c) Carlos Ordenes Pincheira

de “La patria que no tenemos” 2002

Sobre el poeta

Carlos Ordenes Pincheira es un poeta chileno, nacido en 1939 en Santiago de Chile. Su obra es muy prolífica, ha publicado 25 libros como Grillos del alma, La tierra pide silencioEl cielo sobre los árboles tiembla,Alguien camina sobre mi tumbaLa ciudad soñada, La patria que no tenemos Llanto milenario, entre otros. En marzo de este año presentó su libro para niños Piedrecitas de Colores de Ediciones Poemas al Viento.

Más información del autor y su obra en:

Canal de Carlos Ordenes Pincheira en Youtube. Disponible en: http://www.youtube.com/user/Cordenesp

Carlos Ordenes Pincheira. El lobo solitario. Disponible en:http://carlosordenes.blogspot.com/

La memoria y el sol. Disponible en: http://lamemoriayelsol.wordpress.com/2010/08/22/carlos-ordenes-pincheira/

La selva mágica. Disponible en:http://laselvamagica.blogspot.com/

Piedrecitas de colores-. En: Revista La Mancha. Disponible en:http://lamanchadesdequilicura.blogspot.com/2010/03/letra-nueva-piedrecitas-de-colores-de.html