Imaginantes: Juan Rulfo

En septiembre del pasado año, y con motivo del Bicentenario de México, uno de los maravillosos cortos de Imaginantes estuvo dedicado a Juan Rulfo y su obra Pedro Páramo.

Algunas citas sobre esta novela

Cuando escribí Pedro Páramo sólo pensé en salir de una gran ansiedad. Porque para escribir se sufre en serio.

En lo más íntimo, Pedro Páramo nació de una imagen y fue la búsqueda de un ideal que llamé Susana San Juan. Susana San Juan no existió nunca: fue pensada a partir de una muchachita a la que conocí brevemente cuando yo tenía tres años.

Ella nunca lo supo y no hemos vuelto a encontrarnos en lo que llevo de vida.

Juan Rulfo, marzo de 1985

En: Pedro Páramo, treinta años después

Dice Juan Villoro :

Pero en Comala no hay otro poder que el del patriarca: «todos somos hijos de Pedro Páramo». La parodoja de esta paternidad sin freno es que conduce a la sequía. A medida que el cacique se apodera de más tierras y más mujeres, la región se transforma en un yermo.

Nada escapa a los actos del cacique, incluso el desierto representa un saldo de su voluntad. Pedro Páramo es el artífice del polvo; el «padre de todos» vive entre mujeres secas, que sueñan que dan a luz una cáscara. Tierra sembrada de fantasmas, Comala se ajusta a la definición que Pessoa hace del hombre y su inútil heredad: Páramo es un «cadáver aplazado que procrea». Sin embargo, no es un arquetipo del autócrata como Tirano Banderas, un esperpento sin fisuras que rumia sus odios con prolija teatralidad. Dos tragedias lo hacen vulnerable, la muerte de su hijo Miguel y la pérdida de la única mujer que amó.

Susana San Juan es el reverso de los demás personajes del libro; se opone a la lógica del lugar (sus ojos se atreven a negar lo que ven) y derrota a Pedro Páramo. Rulfo trabaja un tema predilecto de Faulkner: el poder vencido por la locura. En estas bodas de la violencia y el delirio, Páramo se obsesiona por la mujer que no entiende: «Si al menos hubiera sabido qué era aquello que la maltrataba por dentro, que la hacía revolcarse en el desvelo, como si la despedazaran hasta inutilizarla». Susana representa la proximidad del mar, la negación del desierto, el contacto con una mente indómita, revuelta, todo lo que no es Comala. Siempre ausente, húmeda y lejana, Susana es un horizonte inaccesible, la vida que debe estar en otra parte. (En: Juan Rulfo: lección de arena)

Borges ha escrito:

Emily Dickinson creía que publicar no es parte esencial de¡ destino de un escritor. Juan Rulfo parece compartir ese parecer. Devoto de la lectura, de la soledad y de la escritura de manuscritos, que revisaba, corregía y destruía, no publicó su primer libro -El llano en llamas, 1953- hasta casi cumplidos los cuarenta años. Un terco amigo, Efrén Hernández, le arrancó los originales y los llevó a la imprenta. Esta serie de diecinueve cuentos prefigura de algún modo la novela que lo ha hecho famoso en muchos países y en muchas lenguas. Desde el momento en que el narrador, que busca a Pedro Páramo, su padre, se cruza con un desconocido que le declara que son hermanos y que toda la gente del pueblo se llama Páramo, el lector ya sabe que ha entrado en un texto fantástico, cuyas indefinidas ramificaciones no le es dado prever, pero cuya gravitación ya lo atrapa.

Muy diversos son los análisis que ha ensayado la crítica. Acaso el más legible y el más complejo sea el de Emir Rodríguez Monegal. La historia, la geografía, la política, la técnica de Faulkner y de ciertos escritores rusos y escandinavos, la sociología y el simbolismo, han sido interrogados con afán, pero nadie ha logrado, hasta ahora, destejer el arco iris, para usar la extraña metáfora de John Keats.

Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura.

Carlos Fuentes ha señalado que:

La cercanía de Pedro Páramo a la forma poética enajenaba, también, a críticos y lectores acostumbrados a novelas que lo eran por que, a la manera de Zola, describían detalladamente muebles, calles, carnicerías y burdeles.

Rulfo estaba haciendo y diciendo algo distinto y tan simple como esto: la creación literaria pertenece al mundo plurívoco de la poesía. No se la puede juzgar con el criterio unívoco de la lógica. En la lógica, los hechos tienen un sólo sentido. En la poética, tienen muchos sentidos. (…).

«Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y hojas, como una alcancía donde hemos guardado nuestros recuerdos»

Así es la naturaleza de Rulfo porque así ven o la recuerdan o pueden llegara a ver los seres (vivos o muertos) que pueblan su novela. Enseguida hay que decir que no se trata de una naturaleza apacible. Representa un conflicto, el de un país que se crea y se sueña en la luz pero que vive en un llano de polvo seco, roas ardientes y tumbas inquietas.

Hay un México de luz en Rulfo, «En la reverberación del sol la llanura parecía un lugar transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. Y más allá, una línea de montañas, y todavía más allá, la remota lejanía.

Hay un México de fuego sombrío, «Aquello que está sobre las brasas de la tierra en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija».

Y el resumen de las dos tierras, agria y dulce «Son ácidas, padre… Vivimos en una tierra en que todo se da, gracias a la providencia; pero todo se da con acidez».

Por eso, los personajes son prisiones de dos sueños. «Y todo fue culpa de un maldito sueño. He tenido dos: a uno de ellos lo llamo el bendito y a otro el maldito».

Carlos Fuentes. En: Formas que se niegan a ser olvidadas.

 

Sobre Juan Rulfo y Pedro Páramo

  • Juan Rulfo fotógrafo: un acercamiento reflexivo a la historia de México. En: Salí sin ser notada.
  • Rulfo, Juan. Pedro Páramo. Barcelona: Planeta, 1969
  • Rulfo, Juan. Pedro Páramo, treinta años después. Marzo de 1985. En: Sololiteratura.com